Me resulta casi imposible no mencionar a BTS cuando se trata de este asunto del amor propio y precisamente por eso estoy utilizando dos nombres de sus giras combinadas para titular este escrito tan personal…
Ya lo había dicho antes, resulta difícil y hasta incómodo sentir que no podemos amar a alguien más cuando nosotros mismos no hemos alcanzado ese amor propio que resulta la base de este sentimiento tan complejo. En las tardes, cuando llegas a casa de trabajar y te paras frente al espejo a darte una ojeada mientras te cambias de ropa, ¿qué pasa si no te gusta lo que ves? ¿Qué pasa si no se te esboza una sonrisa instantánea al tenerte de frente y comprender que justo lo que ves es lo que proyectas al mundo? Al menos físicamente es así. Y cuando te miras varias veces buscando un ángulo o una forma en que acostumbres tu mirada a sentirte bien y no lo logres, sabes que no estás feliz contigo misma.
El problema de este asunto es que muchas veces queremos mantenernos e un estado de negación pública y apostamos a tratar de convencernos a nosotros mismos que todo está bien… que no hay que meterle mente a la inconformidad con tu cuerpo y que en algún momento dejará de importarte o te acostumbrarás… lo que pase primero. Pero ese no es el punto y es por eso que quiero explicar hoy a fondo cómo manejar este asunto de no apreciarnos nosotros mismos y por poco lógico que suene, no hacer nada al respecto, entrando en un estado de pausa mental que puede conducirnos a una depresión segura o a llegar al temible status de los complejos.
Se empieza por admitirlo. Y creo que no cuesta mucho hacerlo si estamos conscientes de nuestra situación y de que es tiempo de un cambio al respecto. Y puedo decirlo así porque es un status actual que manejo y enfrento actualmente y ves los días pasar y aunque nadie te comenta nada o te dice la típica frase alarmante: “hey, te ves más gorda o subida de peso”, en tu interior sabes que es así y no puedes permitir que eso te gane.
Aquí es donde entran en el juego los planes alimenticios, el ejercicio y todo lo relativamente común que se hace para alcanzar una meta corporal, sin embargo, mi punto con esta reflexión es el proceso emocional que enfrenta la persona cuando siente que toca fondo y se le hace difiícil aceptarse y amarse mientras no alcance esa meta deseada en su figura. Y para eso lo baso en mi experiencia personal…
Lo primero que hice fue admitir que no estaba siendo cuidadosa conmigo misma y además de querer hacer algo tuve que decirlo, expresarlo, desahogarlo. A veces somos amantes de ahogarnos en nuestras penas solo para no mostrarnos frágiles ante una sociedad que puede comernos vivos al mostrar vulnerabilidad, sin embargo, en medio de ese temor a ser juzgados, expresarse trae consigo el regalo de ser escuchados, aconsejados y motivados por personas que les importamos y que pueden aportar mejores ideas y soluciones a que seamos llaneros solitarios en busca de una luz que requiere de un empujón externo para ser encendida. Es así como quiero invitarte hoy a que no desfallezcas ni te aceleres, si eres como yo que buscas mejorar ciertos aspectos de ti, está bien, vale la pena cuidarse y velar por el bienestar personal, pero que ese proceso no sea un camino oscuro o de depresión y tristeza mientras logras alcanzar tu meta. Siéntete motivada o motivado de despertar cada día con ánimos de seguir trabajando en eso que anhelas alcanzar para verte y sentirte mejor, y como sabes que no es un truco de magia, practica la paciencia, la tolerancia y date valor a cada paso que hagas, sea corto o lento. Al final, probablemente alcances tu cometido, pero lo importante es que durante ese viaje a la meta, hayas aprendido a quererte más, a valorar tu esfuerzo y como dice BTS en el título: a hablar y expresar tu sentir como una muestra de sanación interior para amarte a ti misma.
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